jueves, 15 de julio de 2010


Laurence Marie aún recuerda aquel momento en que todo dejó de girar a su alrededor y su vida cobró sentido. Fue el 4 de Julio de 1959, un día de verano, caluroso como todos en el pequeño pueblo ‘Murrayville’, Illinois. Sus preciosos ojos verdes buscaban algo indeterminado por el lugar. La gente, las voces, las risas… Todo es habitual en las ferias del pueblo. Todo, menos él. Un apuesto joven de vivos ojos marrones caminaba sólo por el descampado lleno de polvo y arena. Marie, fijó al fin sus ojos en él. Iba vestido con camisa a cuadros, típica de aquella época, y unos jeans algo desgastados por el uso. Calzaba unas viejas botas marrones, metidas a conciencia por dentro de los pantalones.

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